9.10.2023

3. En la Ambulancia...


… Reporte Del Día: Antiinflamatorio de alta intensidad unido a Antibiótico de alta intensidad en dosis moderada más respiración controlada. Lo ideal sería encontrarme a una altura superior a los 4.000 metros de altitud en donde la ausencia de campo electromagnético terrestre o en niveles tan bajos o sutiles de interferencia con mi propio campo electromagnético, me permitiría establecer un contacto más primario con el Emperador-Cangrejo. En cualquier caso, el dolor con la ayuda inequívoca e inestimable de 200 microgramos de Fentanilo por hora y la no menos formidable cooperación de Cemiplimab, ha desaparecido de la ecuación o se ha reducido a niveles que están en umbrales cercanos a cero… ¡pero solo llevamos un ciclo!

[¿Qué es un Ciclo? Un período de 21 días. Están previstos 20 ciclos, aunque esto solo es una deducción a la vista del etiquetado de la bolsa que me inocularon que señalaba esa cantidad….]

… mientras tanto es principio de la década de los noventa de siglo pasado y veo a un hombre agonizar en la calle. Es madrugada, hace un frío invernal, no somos muchos los que paseamos a esa hora por las calles desnudas de esa ciudad que parece iluminada con bombillas de cobre, envuelta en una neblina espesa que amortigua algunos sonidos hasta hacerlos desaparecer. Al hombre le ha atropellado el dueño de un BMW gris que habla por teléfono con alguien, el motor aún en marcha. Somos cinco o seis los que permanecemos en el perímetro del accidente. Lo que me retiene es la mirada del hombre que aún convulsiona en el suelo mientras operarios de emergencias tratan de envolverlo en una tela metálica que devuelve un precioso dibujo de luces de colores silenciosas. El hombre mira fijamente al conductor del BMW, ahora en cuclillas, mirándole a él, sosteniéndole la mirada. El hombre sostiene en sus manos una medalla del tamaño de un aguacate, una medalla ovalada que hace girar delante de los camilleros, delante del conductor del BMW, delante de los policías que llegan en sus flamantes deportivos de luces azules hablando por radio con superiores jerárquicos, algunos con los brazos cruzados, sin saber muy bien qué hacer salvo ayudar a subir la camilla a la ambulancia… Después, quizá solo han pasado segundos que parecen minutos que se alargan como si el tiempo no existiera o se estirara como un chicle, un momento que ahora es eterno, el hombre se rinde y deja de pelear contra esos camilleros que pretenden salvarle la vida cuando lo único que puedo leer es su deseo de que nadie interfiera… No tardo mucho en saber de esa medalla, una fundación holandesa que garantiza el derecho a No Ser Reanimado, una fundación a la que me suscribo con más pompa que circunstancia porque ese deseo es incompatible, en ese momento con las leyes nacionales que regulan el derecho a morir dignamente… 

Nunca sabré que le pasó finalmente al hombre, si terminó bien o mal la historia para el conductor, o si por el contrario se tuvo que enfrentar a un terrible juicio. Y me viene a la memoria justo en el momento en el que una ambulancia sin sonido me lleva desde mi casa hasta un Hospital a sesenta kilómetros de distancia y siento el ahogo, la ausencia de aire, la ansiedad de no tener aire... Y esa necesidad de no interferencia: lo que tenga que ser, será inevitablemente, pero no forcemos las cosas ni en un sentido ni en otro...Y en el trayecto que va desde mi casa hasta ese Hospital, a más de cientosesenta kilómetros por hora, trato de recordar dónde puse la mía, en qué mudanza se perdió, en que traslado desapareció o se bifurcó, cuándo dejé de pagar esas cuotas simbólicas que unen mi nombre a una base de datos europea de individuos que no queremos entrar en complejos sistemas termodinámicos de mantenimiento de vida de una forma artificial, que no queremos ser reanimados si, por ejemplo, un conductor a los mandos de un flamante BMW de color gris metalizado nos atropella o un Emperador-Cangrejo hace su aparición en escena provocando tapones que impiden la circulación natural del aire entre pulmones y obligan a la inserción de cánulas o tubos de materiales sofisticados que requieren de baterías para su perfecto funcionamiento… Una ONR, Orden de No Reanimación… eso es exactamente lo que me falta, lo que hablé con mi médico de cabecera justo el día en que un pequeño ganglio linfático autodiagnosticado se convirtió en una tumoración que ahora es ya un Emperador-Cangrejo… ¡Oh, el odio, el odio!….

Recuerdo el reflejo de las luces de colores de feria y de los trajes fluorescentes de los que tratan de subir al hombre a una camilla. Veo la resistencia del hombre, una mirada que quizá ni va dirigida a mí pero que siento así, una mirada que dice que no les permite que lleguen a ningún hospital, una mirada de socorro que me implora que impida a cualquier precio que esa ambulancia lo arrastre a una sala fría en la que hombres y mujeres envueltos en batas blancas repletas de buena voluntad y de magníficas intenciones lo mantenga con vida, una especie de conciencia de futuro vegetal que la mirada del hombre recoge con espanto… Demasiado viejo para morir joven pienso en ese momento. Demasiado joven para morir pienso ahora en la ambulancia que me lleva hasta este Hospital en el que viviré un par de semanas, quizá tres, quizá cuatro… 

… mientras tanto, fantaseo con tu sexo, con el perfume de tu sexo, con tu boca y tu voz y tu ombligo y recuerdo que soy un drogadicto ahora, ¡de Fentanilo!… jajajajaja!!!!

[continuará...]